See no Evil, Hear no
Evil, Speak no Evil
La
obra es una apropiación de la antigua leyenda japonesa –también existente en
China- de los tres monos sabios. La escultura más conocida de las figuras
originales es la que realizó Hidari Jingorō en el santuario de Toshogu. Muestra
a los monos enviados para espiar el mal que cometían los seres humanos y
revelarlo únicamente a los dioses. La reina María Pía hizo abrir la ventana de
este cuarto para ver o “espiar” al Rey cuando fumaba en la habitación contigua.
La
fuente de la imagen de este retrato que crea la ilusión de tridimensional es el
rostro de Sonia Falcone escaneado con los párpados y los labios cerrados, de
modo que una vez más transforma formas, materias y saberes de la cultura
popular insertándolos en el arte contemporáneo. Viviendo en Asia descubrió la
idea de permanecer inmóvil ante las fluctuaciones vitales.
La
artista encarna a los monos: el que no ve el mal, el que no lo oye, y el que no
lo dice, gracias al lenguaje visual de las cremalleras. El modo en que se
autorretrata asumiendo esta actitud, vinculada en oriente a la aceptación del
estado del mundo tal como es, está cargado de la ambigüedad que permite las
interpretaciones abiertas. Por eso la obra muestra dos perspectivas del mismo
rostro.
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